Llegó la
feria a mí colonia. Para mí es un día más de desmadre. Todo empezó el sábado
por la noche. Nos reunimos todos los amigos en el lugar de siempre. Al reunirnos
todos, pasamos y comprar las respectivas
chelas pues sin ellas no hay fiesta. Lógico yo me compre mi agua de Jamaica.
Jugando y echando relajo entramos a la feria. Yo como estoy dolido del corazón
pues había terminado con mi novia. Me estaba consolando con mi amiga Rebeca,
con abrazos y besos cariñosos. Es muy buena amiga, en todos los sentidos.
Me intentaron
subir al carrusel. Yo opuse resistencia, pero me terminaron subiendo a la
fuerza. Se la pasaron molestándome. Yo no les contestaba nada pues soy hombre
de pocas palabras.
Vi a la
chava que siempre me a gustado. No le hablaba. Tomé una decisión muy drástica:
le hablé. Con singular sonrisa me
correspondió mí saludo. Platicamos y la invité a tomar un helado al siguiente
día. La acompañé unos cuantos metros hasta la entrada e la feria. Sé despido de
mí; nos pusimos de acuerdo para vernos al siguiente día.
Ya como
a las doce de la noche, me fui a mí casa. Estaba cansado de tanto reír.
Llegó
el domingo y fui a trabajar. Un día bastante aburrido. Lo mismo de siempre. Al Salir
del trabajo me fui directamente a ver a la dama. Al llegar al lugar que nos
quedamos de ver: ella me estaba esperando. Fuimos a la feria. Me cayó bastante
bien.
Al dar
las 11 de la noche la llevé a su casa pues toda dama se mete temprano a su
casa.
Ya
fatigado me dirigí a mi casa, pero en el camino escuché que me gritaban. Era
primo Bryan, que venia todo golpeado. Le
pregunté qué le había pasado. Él me respondió que lo habían agredido unos de
chavos, en la feria. Si pedir más explicaciones le dije que me esperara en la
esquina. Fui corriendo a mi casa. Saqué la pistola de mi papá, coloqué las 15
balas y le puse el seguro. Le avisé a mi hermano lo que había pasado. Él se
puso su pantalón y salimos de la casa. “Todos unos machos”.
Nos
dirigimos corriendo a la esquina. Al llegar ya estaba un pequeño grupo de cinco
(incluyendo a mi primo). Todos con los muscos tensos y dispuestos a dar golpes:
entramos a la feria.
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